jueves, 26 de julio de 2012

Puno - Islas de los Uros

Hoy hemos pasado nuestro primer día los cuatro juntos. La verdad es que ha sido muy divertido... La jornada ha empezado con un viaje a las Islas de los Uros, o las islas flotantes del Lago Titicaca... Son islas construidas con unas cañas que se llaman totora y que literalmente flotan en el lago, y donde viven unas 2000 personas a día de hoy.



Después hemos dado una vueltecita entre las comunidades de Uros en un barco hecho también de totora, con dos remeros muy experimentados.




Hemos llegado a una isla que es una especie de "mercado tradicional". Allí ha dado la casualidad de que estaban grabando un documental para la televisión pública de Perú, y han requerido los servicios de Fidel y Raúl como figurantes, lo que ha sido un golpe de suerte para ellos, porque su tarea era hacer un poco de piragüismo por los canales del lago entre las extensiones de totora. Rubén y yo nos hemos quedado esperándoles con envidia y altas dosis de sol.



Cuando ha acabado la excursión, hemos dado paseos por los mercados de Puno, donde Raúl se ha vuelto loco entre tanta lana de alpaca y ha comprado la mitad del stock de los peruanos, que casi se frotaban las manos al verle aparecer cada vez más cargado de bolsas. Estas eran sus pintas al final de las compras...



Luego hemos paseado por el centro de Puno, viendo la catedral



y un mirador desde el que se ve el pueblo con el Lago Titicaca de fondo.




Y para acabar el día, Fidel y Raúl la han liado llenándo de tierra uno de los pocos cambios de ropa que tienen disponibles de esta manera:



En resumen, un día divertido, que ha supuesto un buen aperitivo a Cuzco, nuestra siguiente parada...

miércoles, 25 de julio de 2012

Argentina - Bolivia - Perú

Estoy ya en Perú y voy a escribir sobre el último día que pasamos en Argentina... vaya retraso! pero es que ha sido bastante difícil conectarme en Bolivia, y bueno, subir fotos ya era toda una odisea... así que allá voy. Va a ser una entrada un poco larga, así que espero no aburriros mucho...
En nuestro último día en Argentina vimos formaciones geológicas de lo más colorido e irreal. Empezamos el día con una visita corta a Purmamarca, donde se encuentra el famoso “Cerro de los siete colores”.







El pueblo en sí también era encantador: calles sin asfaltar, edificios coloniales y la montaña de colores de fondo. Nos encantó.



Nuestra siguiente parada fue Humahuaca, un pueblecito de casas coloniales que destaca por la iglesia de la plaza principal



Y el monumento a la independencia




Bueno, y por supuesto los tópicos de esta zona de Argentina, los cardones y las edificaciones de adobe.




Nuestra siguiente parada fue en el punto por donde pasa el trópico de Capricornio, aunque no vimos la línea dibujada por ninguna parte :P



La excursión finalizó en Tilcara, un pueblecito que se encuentra a tres horas de la frontera con Bolivia, nuestro siguiente objetivo. Visitamos el Pucara, una fortaleza de la época anterior a los incas localizada estratégicamente sobre el cerro de Humahuaca.



Allí pasamos la noche y vimos un cielo espectacular, que por supuesto Fidel no desaprovechó para hacer fotografías nocturnas. Esta fue una que saqué yo humildemente con mi compacta y un minitrípode.


Al día siguiente partimos hacia La Quiaca, pueblo fronterizo con Bolivia. De allí a un paseo se encuentra Villazón, ya al otro lado de la frontera. Tras una larga espera en el control de pasaportes, aunque bastante entretenida (en esta frontera tiene lugar a un tipo de contrabando hormiga llevado a cabo por mujeres bolivianas conocidas como “cholas” que cargan sobre sus espaldas todo tipo de productos envueltos en un trapo con estampados típicos de la zona) cogimos un autobús hacia Tupiza. En este pueblecito pasamos una noche y tuve mis primeras y únicas experiencias con el mal de alturas. Al día siguiente cogimos otro autobús que nos llevó directos a Uyuni, pueblo desde donde parten todas las excursiones al famoso “Salar de Uyuni”.


Elegimos un viaje organizado en 4x4 con otras cuatro personas al salar, de 3 días y 2 noches.



Las paradas fueron las siguientes: Primero llegamos al “Cementerio de trenes”



Después a un pueblecito famoso por su artesanía con sal llamado Colchani. 



Mientras yo recorría su única calle Fidel estuvo haciendo amigos y fotos, como no.



Después la Isla Incahuasi, que en invierno no es tal al no haber agua en el salar. Muy curiosas las playas de sal,


y como no, los cactus



y las llamas.



De nuevo subimos a nuestro jeep que nos llevaría al lugar donde pasamos nuestra primera noche: El hotel de sal.





La noche fue fría aunque soportable, y nos entrenó para la segunda noche en el salar, que era la que pintaba mal de verdad.
El segundo día comenzó con una parada en el entorno volcánico del Volcán Ollague





Después tuvimos varias paradas en las lagunas altiplánicas,








una de ellas para comer en una improvisada mesa.


Las dos últimas paradas fueron las más representativas: "El árbol de piedra"


Y la "Laguna Colorada", de aguas que hacen honor a su nombre





Tras la laguna llegamos a nuestro segundo alojamiento, a 4200 m de altura, sin luz, sin calefacción y a menos 20 grados bajo cero.



Cuando bajó el sol los lugareños nos prepararon una cena bajo la luz de unas bombillas que encendieron un par de horas con un grupo electrógeno.



Tras la cena llegó el “ansiado” momento de ir a dormir. Lo conseguí: con dos pantalones, dos pares de calcetines (unos térmicos), una camiseta térmica, dos jerseys de lana de alpaca, la camiseta de mi pijama polar, dos pares de polainas, guantes, gorro, bufanda, saco de dormir polar, dos mantas y una colcha tuve calor en el desierto a -20 grados.



A la mañana siguiente nos levantaron a las 5 de la mañana para partir hacia la zona de los géiseres y el sol de la mañana, a casi 5100 m sobre el nivel del mar. Fue una de las mejores experiencias de nuestra vida. Rodeados de fumerolas, géiseres y barro hirviendo vimos el amanecer. Fue un momento mágico y creo que irrepetible.






Tras la noche del “frío extremo” nos llevaron a una zona de termas naturales. Había que pensarse dos veces si queríamos quitarnos la ropa a esa temperatura para meternos a las termas, pero finalmente vencimos el miedo, nos quedamos en bañador y nos dimos un homenaje de agua caliente, que a esas alturas era algo que se podía catalogar como “lujo”. El agua a 37 grados de la montaña nos reconfortó y nos calentó, de modo que el tercer día lo hicimos casi sin ponernos el abrigo. Después del baño nos dirigimos al Volcán Licancabur y a la Laguna Verde, que supuestamente es verde cuando no está congelada como lo estaba cuando llegamos nosotros.



Tras esta parada subimos al coche para volver al pueblo de Uyuni. En este camino de vuelta el paisaje seguía siendo una maravilla de colores y rocas volcánicas. 






La penúltima parada fue en el “Valle de las rocas”



Y la última en el pueblo de San Cristóbal.



Y aquí acabó la que seguramente sea una de las mejores experiencias de nuestra vida.
Al llegar a Uyuni, sin pasar una noche ni siquiera en una cama calentita con ducha de agua caliente porque ¿para qué?, cogimos un autobús hacia La Paz, una ciudad que nos gustó bastante. Muy curiosa su construcción en las laderas de las montañas que son su soporte.



Y muy curiosas las cosas que vendían en sus mercados. Lo que más nos impactaron fueron los fetos de llama y las llamas disecadas del “Mercado de la Hechicería”. Se usan para hacer ofrendas a la madre tierra, la Pachamama (deidad de los pueblos andinos).




Los últimos días en Bolivia lo hemos pasado en Copacabana, a orillas del lago Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, a 4000 m de altura. Es un lugar que casi se puede catalogar como comunidad mochilera. 






Sus tranquilas calles llevan a la plaza donde se encuentra la catedral, de estilo árabe, que es uno de los principales centros de peregrinación de Bolivia. La virgen de Copacabana, de hecho, es uno de los emblemas de la nación.


El día lo hemos acabado a orillas del Titicaca, viendo la puesta de sol.


Hoy ha tocado visitar la Isla del Sol, que es la más grande del lago y que además cuenta con varios complejos de ruinas, ya que era un antiguo santuario inca. 







De vuelta de Copacabana, hemos cogido nuevamente un autobús. En esta ocasión se trataba del último autobús que pagaríamos en Bolivianos, es decir, desde el que nos despediríamos de Bolivia. Sólo podemos decir cosas agradables de este país, que curiosamente no tiene nada promocionado el turismo. Lástima.
El autobús nos ha dejado en Puno, Perú, también a orillas del lago Titicaca. Aquí nos hemos encontrado con Raúl y Rubén.

Así que damos comienzo a la segunda parte de nuestro viaje... ^^